Las trece rosas
Una película recomendable, las "Trece Rosas", un film que pone los pelos de punta. Una película que habla de trece valientes mujeres que perdieron su vida por culpa de la barbarie del totalitarismo y fascismo franquista.
Unas mujeres que fueron asesinadas simplemente "por sus ideas". Por creer en lo quisieron, por la Libertad. Un auténtico homenaje a quienes lucharon por la libertad.
1 comentario
Alvaro -
Desgraciadamente, por las orientaciones de la película y el humo mediático generado, se puede advertir fácilmente que será un flaco favor el que esta película hará a la imprescindible recuperación de una memoria histórica íntegra y veraz.
Hablando en términos históricos y políticos, dejando a un lado las consideraciones cinematográficas, la versión de la película sobre un caso tan importante como es el de las Trece Rosas está claramente pasada por el filtro de lo políticamente correcto.
Ese filtro mutila y altera el contenido político del caso de las Trece Rosas, hasta convertirlo en algo vago, impreciso y accesorio. Para ello, la película se vale de flagrantes omisiones históricas, de ambigüedades que conducen a graves equívocos y de trivializaciones. Un verdadero ejercicio de memoria selectiva.
El caso más hiriente es el de la visión que ofrecen de la organización en la que militaban las Trece Rosas.
En primer lugar, apenas se respeta su verdadero nombre. Es falso, por ser sólo media verdad (la peor mentira), afirmar que las Trece Rosas eran simplemente jóvenes socialistas o afiliadas a juventudes socialistas. Las Trece Rosas eran militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, organización juvenil formada poco antes de la Guerra Civil por la unión de las Juventudes Socialista y las Juventudes Comunistas, independientes del PSOE y del PCE, cuya composición interna, línea política y método de trabajo no tenían nada que ver con los de cualquier organización de juventudes socialistas que haya existido o que exista en la actualidad.
En ningún caso se pueden concebir a las JSU como una organización juvenil socialista al uso, o como continuación o precedente de las juventudes socialistas que existieron antes y después de las JSU. Esto no es opinión, es un hecho histórico. No hay más que acudir a las fuentes, consultar la bibliografía sobre el tema, preguntar a los veteranos de las JSU que todavía sobreviven o, más fácil todavía, indagar en la propia opinión de las Juventudes Socialistas de España. Se puede acudir para ello a la página www.jse.org/web/historia.asp o al libro de historia de la JSE publicado con motivo de su centenario en 2006.
La película omite sistemáticamente la verdad integra y completa acerca de la militancia de las Trece Rosas. La estela ha sido engordada por la acción de los medios de comunicación, que no han tardado en promocionar la película al mismo tiempo que beatificaban la versión light de las Trece Rosas.
Por otro lado, las motivaciones e ideas políticas de las Trece Rosas aparecen tan difuminadas, con referencias tan generales, abstractas y vagas, que bien podrían haber sido de las JSU o de cualquier otra organización.
No es la primera vez que el pensamiento y la acción de luchadores y luchadoras, revolucionarias y revolucionarios, son banalizados para hacerlos más digeribles no al gran público, sino a las grandes compañías. Paradigmático es el caso del Che, polémicos editoriales a parte.
Por último, es una profunda distorsión de la historia la imágen que se refleja de las cárceles franquistas en plena posguerra. Recién acabada la Guerra Civil, en lo más duro de la represión, la película nos muestra la vida carcelaria como algo casi bucólico.
A nadie se le escapa la finalidad política de esta película, convenientemente estrenada en los prolegómenos del debate sobre la ley de la memoria histórica. Pero no es ese el problema. El problema es cuando se distorsionan hechos históricos para legitimar posiciones presentes. Cuando la defensa de la insuficiente ley de la memoria propuesta por el gobierno del PSOE adopta la forma de una película que muestra una visión de la historia mediatizada y condicionada por las necesidades del presente.
En todo caso, pueden subsanarse estos errores. Todavía están entre nosotros veteranas y veteranos militantes de la JSU, héroes y heroínas de la lucha antifascista como Marcos Ana o Julia Manzanal, entre otros. Ellos y ellas todavía pueden dar testimonio de primera mano acerca de los que significaba ser militante de las JSU y porque llegaron a serlo cerca de medio millón de jóvenes en plena Guerra Civil, siendo la organización política más numerosa del bando republicano.
No dejemos que su nombre se borre en la historia, pero tampoco se lo cambiemos.