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Espartero

Soy periodista, sí señor, estoy orgulloso de la profesión elegida, aunque no pueda ejercerla. Me quedo “a cuadros”, cuando contemplo lo que hacen algunos colegas de profesión. El señor Federico Jiménez Losantos, cada mañana en la Cadena de los Obispos, no hace Periodismo, hace un rancio partidismo, de otra época. Defiende lo indefendible. Hace uno uso de la libertad de expresión de una manera indignante. Se ampara en la libertad de expresión para insultar, incitar al odio, mentir descaradamente, acusar de delitos, etc... Y menos mal que es la emisora de la Conferencia Episcopal Española, que si llega a ser de unos “simples laicos”, serían el demonio.  La COPE incumple un mandato de la religión cristiana  y católica, “no mentirás”  y también de la deontología profesional, la indudable fidelidad a la “verdad” o a la “veracidad”.  Esta falta de verdad se hace a través de sostener “falsas tramas” de “conspiraciones”.  La COPE pone en duda a las Instituciones del Estado, al Gobierno –por descontado-, a la Justicia, al Consejo General del Poder Judicial, la Audiencia Nacional, a los legítimos representantes del  Pueblo español, los Parlamentarios del Congreso de los Diputados, de todos los grupos, -excepto el Partido Popular, quienes están guiados por la senda divina-. 

Mienten, manipulan e insultan, algo que desde el punto de vista periodístico es algo que es “antideontológico”, así ha quedado patente en algún tirón de orejas que le ha dado el Colegio de Periodistas de Cataluya.

Por otra parte, el Diario EL MUNDO se encuentra enfrascado en la misma polémica de Jimenez Losantos.

El 11M y ETA, no les basta ni las investigaciones judiciales, ni policiales, tampoco las declaraciones institucionales de jueces y grupos parlamentarios. Lo triste es que la peor hecatombe terrorista de la historia de España haya cambiado tanto la política nacional e internacional.

2 comentarios

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Así es pero en esta profesión si se va de frente se llega poco lejos, hay que ir con el cojo empuñado, un saludo

CSR -

Que grande!! Verdades como puños. EL periodismo debe ser anonimo, sin estrellas, sin odios. Es información. Y en la radio española abunda la confrontación.