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Benedicto XVI, en España

Benedicto XVI, en España

 BALDOMERO ESPARTERO. LOGROÑO

Vivimos un hecho histórico en España, Benedicto XVI, el Papa de la Iglesia Católica visita España en estos días. Una visita, que no ha estado exenta de polémica a lo largo de toda su planificación.

Valencia, disfrutará o padecerá la visita del Pontífice. Aún sin recuperarse del peor accidente de metro, la capital del Turia, Valencia tiene que seguir para adelante, sin ganas y sin fuerzas.

 

       Mientras tanto, el “Santo Padre” se dedica, en su visita a nuestro país, ha hacer “política”. El representante de Dios en la Tierra, se dedica a una cosa tan carnal, tan humana, como la política. Benedicto XVI ha elegido, y sabe muy bien a la zona de España que va.

 

       En la capital del Turia hay un fuerte sentimiento de apostasía, una rebelión contra los pensamientos intolerantes del la jerarquía de la Iglesia católica contra ciertos colectivos.

 

       Benedicto XVI, no obstante encuentra en nuestro país un refugio de “nacional-catolicismo”. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, del PP, hace gala del partido al que pertenece y como si de un gran magnate se tratara, demanda al pueblo valenciano a que “engalanen sus hogares con banderas blanquiamarillas”, en homenaje a la ciudad vaticana.

        NUEVOS ESTANDARTES

No obstante, ante la demanda de la alcaldesa, son muchos los valencianos, -cerca de 6.000, según el colectivo, en declaraciones a ETB- los que hacen gala de un sentimiento contrario a la visita del Papa.

 

       Además otro factor importante es el cariz laicista que está tomando la sociedad española, ante las injerencias de la cúpula eclesiástica en la política del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

   ACTITUD EJEMPLAR

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y la Vicepresidenta Maria Teresa Fdez de la Vega, no acudirán a la misa que oficiará el Pontífice, un hecho ejemplar.

 

       El Ejecutivo debe tener sensibilidad hacia las creencias religiosas, pero ser tajante ante ciertas injerencias del clero en la vida política y en la legislación.

 

       La actitud de la Iglesia contraria a los derechos de los colectivos homosexuales han enturbiado las relaciones del Gobierno español con la santa sede, bienvenidas sea el empeoramiento de las relaciones si nos ayuda a tener una sociedad más libre, más justa, más igualitaria y más tolerante.

 

       Al menos al Ejecutivo le queda la esperanza de que algo está cambiando. Sus leyes están mejorando la vida de muchos ciudadanos, que pueden ser más felices.

        Ante las actitudes homófobas y de odio al prójimo que promueve la Iglesia, a través de los púlpitos, en templos y en las ondas hertzianas, no me queda más que decir. Benedicto, yo tampoco te espero.

           

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